Thursday, July 2, 2009

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Transcripción del libro
"CÓMO SE PERDIÓ VENEZUELA"
de Robert Alonso

Antes de entrarle de lleno a la historia de La Guarimba, tenemos que remontarnos unos meses antes, cuando la oposición entregó las firmas finales para solicitar el Referéndum Revocatorio. Sucedieron hechos tremendamente importantes, que fueron enardeciendo a los venezolanos y en el cual se evidenció, una vez más, la mano de la conchupancia. Hoy lo sabemos.

La tarde en que la oposición entregó las firmas ante el C.N.E., el “ciudadano” Leopoldo Castillo llevó como invitado a su programa a Henry Ramos Allup, quien entró al set del estudio levantando siete dedos de entre sus dos manos. Todo el mundo lo interpretó como que se habían recogido – y entregado – SIETE MILLONES DE FIRMAS. Aquellos dedos de Ramos produjeron mucho de qué hablar.

Sin embargo, cuál no sería nuestra sorpresa, cuando en el “conteo” oficial de las firmas, el régimen declaró un poco más de 3millones… y la oposición NO PROTESTÓ. Es de hacer notar que Ramos Allup, el mismo que entonces se comunicaba – corporalmente – con los venezolanos, anunciando la recolecta y entrega de 7 MILLONES DE FIRMAS, hace poco, luego del HIPER MEGA FRAUDE del 15F2009, fue uno de los que se empató en la campaña para establecer la infame matriz de opinión donde se asegura que somos – años después – un poco más de 5 millones.

Lo cierto fue que durante esos días la calle se volvió a prender. El régimen comenzó con el cuento chino de las “firmas planas”, que eran aquellas (más de 800mil firmas) cuyos datos fueron llenados por una misma persona, como si se tratase de una “plana”, de esas que los estudiantes hacen en las escuelas. Lo que en realidad sucedió fue que, para agilizar la operación de la recolecta de firmas, los recolectores les hacían firmar en unas planillas a los interesados en que Referéndum Revocatorio se diera y los datos los llenaba el recolector. Era evidente que las firmas eran todas diferentes, pero los datos mostraban la misma caligrafía, de ahí el calificativo de “planas”.

En mi programa radial para Miami, desde Venezuela, todos los jueves, invité por esos días a tres jóvenes que se habían destacado en la organización de la recolecta y entrega de aquellas firmas, entre quienes se encontraba un nuevo político del partido “Primero Justicia”, llamado Juan Carlos Caldera. Le acompañaba un representante del partido “Copei” y un “asomado” de esos que siempre están en el medio de todo.

Como el tema de moda era “dónde estaban las firmas faltantes”, hice la pregunta al aire. La respuesta fue que no había tal diferencia, que las únicas firmas que no habían llegado a tiempo para la entrega ante el C.N.E. fueron las que venían de lugares apartados como el Sur del Estado Bolívar, Ayacucho, etc. “¿Cómo venían esa firmas, en burro?”, les pregunté… por respuesta recibí una risita cómplice. “¿Qué significaban aquellos famosos siete dedos que Ramos Allup le mostró al país a través de las cámaras de Globovisión en el programa del “ciudadano” Castillo?”, fue mi próxima pregunta. “Ah, tú ves… no lo sé” – respondió Caldera – “eso tendrías que preguntárselo a Ramos Allup.”

Sin embargo, al ir al corte de comerciales y para identificar la estación (Radio Mambí, Miami), nos pusimos a conversar sobre el tema y como siempre sucede, se dicen cosas fuera del aire, en los comerciales, que son más interesantes que las que escucha el oyente. Juan Carlos Caldera tomó la palabra. “Robert, la oposición tuvo que pactar con Chávez para que nos dejara ir al Referéndum Revocatorio. Parte del acuerdo fue que no podíamos presentar tantas firmas, así que las tuvimos que botar.” Luego fueron más explícitos. La labor de la desaparición de firmas le tocó a Súmate y la ciudad donde más firmas terminaron en el pipote de la basura fue Valencia, capital del estado Carabobo.

¿Para qué botar firmas si con aceptar la cifra que el régimen considerara “prudente” tenían?, pensé yo. En situaciones normales, dentro de un país normal, donde la política tiene vital importancia, pactar no es una traición. ¿Pero pactar con Chávez? Me parecía algo ingenuo… ¡el ingenuo era yo! Todavía no tenía la certeza de que existía una conchupancia generalizada entre la INMENSA MAYORÍA de los dirigentes de la “oposición” (por no decir todos) y el régimen. Una vez más nos montaron en la olla.



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